Como en casa...

Tras un verano de lo más ajetreado en mi palomar, parece que el equipo ya va empezando a coger la "velocidad de crucero". Si uno piensa que las primeras palomas llegaron el pasado veintiséis de agosto y las últimas no lo hicieron hasta el mismo día diez de octubre, cuando nos "patearon" de nuestro anterior palomar, para posteriormente empezar a volar en su nueva ubicación el veintinueve de ese mismo mes, es asombroso ver como a día de hoy (unos veinte días después) ya vuelan en bando con total normalidad en el nuevo palomar y en menos de un minuto están todas dentro cuando las reclamo para comer. Como siempre digo, las palomas son lo mejor de esta afición... y con mucha diferencia.

Bueno... para ser sinceros tengo que confesar que, como en todas las casas, en la mía también hay alguna remolona que se salta la disciplina general. En mi caso es la "Rodadita de Lier", que siempre entra cuando la mesa ya está puesta o incluso a la hora del postre.


Lo del nombre le viene porque esta hembra la compré el pasado mes de marzo en una visita que hicimos al mercado de Lier y como anécdota recuerdo la cara de sorpresa del vendedor cuando le conté que había conducido desde Madrid hasta allí sólo para comprar algunos pichones. Este señor no se lo podía creer, debió pensar que estábamos medio locos, y una vez que cerramos el trato me entregó un tarjeta donde me había anotado su e-mail y su teléfono, pidiéndome encarecidamente que lo tuviera informado de cómo volaba su paloma en un lugar tan "exótico" como es para ellos España. Esperemos que en primavera le pueda contar cosas buenas de su pichona... por la cuenta que nos trae a los dos... je,je,je,je.

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