ESP-210024-2008

La 024, ya desde su nacimiento, no apuntaba gran cosa. Hija única de dos buenos viajeros, ambos de 2003, pero poco más. Encima baya y además pinta... que no, que no... que en mi casa no tenía mucho futuro. Yo, que soy consciente de que en Otoño no tengo nada que hacer... ni mandando lo mejor de la casa, suelo emplear estas sueltas para ver como reaccionan los pichones "dudosos". Desde el principio estaba claro que la baya - pinta tenía todos los boletos para conocer mundo en otoño. Allá que se fue este animalito para Morro Jable en un día que mejor no recordar porque era el vivo ejemplo de cuándo no se deben soltar las palomas. Como era de esperar, la suelta se dio de pena... y de la baya-pinta ni una carta llegó. Uno se queda en parte tranquilo pensando: "... ya lo decía yo que esa no valía un duro...", pero, como son las cosas, esta mañana, casi tres meses después de la suelta de Morro, aparece la baya-pinta fresca como una lechuga en mi palomar y vuelta a pensar: "... lo que yo decía, un guirre que se ha metido en cualquier palomar por ahí y viene cuando le sale de allí mismo...", pero, cual fue mi sorpresa, cuando cojo a la baya y me doy cuenta de que viene con los vuelos a medio replumar y con signos aun visibles de que le han cortado parte de los mismos. Al que le hizo eso a mi paloma... no vale la pena ni dedicarle un par de letras... bueno le dedicaré sólo dos... HP. A la baya... pedirle disculpas por lo que la he criticado y, como decía por ahí abajo, "... tendré que cogerle el gusto a los bayos...".

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