Nuestro peor mal

Aunque soy canario, el llevar diez años fuera ha hecho que pierda, al menos de forma parcial, el contacto con la colombofilia de mi Isla y con todo lo que sucede aquí. En el mes y medio que ha pasado desde mi vuelta he intentado ponerme al día y, por lo que veo, no es que la cosa haya progresado demasiado, más bien al contrario, pero si hay algo que me ha dejado la moral por los suelos es la cantidad de palomares vacíos que se ven en las azoteas (en el trayecto desde mi casa a mi palomar, un km. o poco más, hay cuatro). Mi Isla, que en sus buenos tiempos tuvo tanta densidad de colombófilos como Holanda, hoy en día está enferma del mal del hartazgo y la desilusión, que son los peores males que puedan afectar a cuaquier actividad humana. Como se suele decir... entre todos la mataron y ella sola se murió... que pena tan grande.



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