Fin de temporada

Este año ha sido sin duda un año muy "poco habitual". En octubre pasado terminé la mudanza a mi nuevo palomar y pocos meses después inicié otra mudanza, pero en esta ocasión cambiando de club. Con todos estos condicionantes las dudas sobre qué podría pasar en 2019 eran muchísimas. La primera de ellas era si sería capaz de "reeducar" a todas la palomas en el nuevo palomar. La verdad es que fue mucho más sencillo de lo esperado. Inicialmente lo intenté sólo con los pichones 2018. Lógicamente algunos desaparecieron... no sé si volverían al antiguo palomar o decidieron buscar nuevo horizontes, pero en su mayoría conseguí que todos se acostumbraran a su nueva casa. Luego me puse manos a la obra con las palomas adultas, pero no con la idea de volarlas en 2019, ya que por fechas esto no me iba a ser posible. Aquí la cosa ha ido mucho mejor.. cuando justamente uno podría pesar que sería al contrario. Todas las adultas que traje del anterior palomar ya vuelan y crían en el nuevo sin mayores problemas y las volaré en 2020.

Una vez que las palomas estaban "aseguradas" tenía que ver si el palomar funcionaba o no. Lo había construido reciclando un par de casetas de obra (de esas fabricadas con panel sandwich) y no tenía claro del todo si este material, junto con la estructura que yo me había diseñado, darían lugar a un palomar "sano" o se podrían generar problemas de salud. Tras haber volado en él desde principios de año hasta hoy mismo creo que tampoco tendré que preocuparme demasiado por este tema. La ventilación ha funcionado perfectamente, el ambiente interior es limpio y con una temperatura bastante estable... no hace falta más. 

Teniendo palomas y teniendo palomar ya sólo quedaba competir... y ahí es donde entra mi nuevo club. Ya les adelanto que donde vuelo ahora mismo no tiene nada que ver con mi anterior club... y esto lo digo para lo bueno y para lo malo, pero poniendo todos los factores en una balanza tengo que concluir que es en este aspecto donde más he ganado en 2019 y con muchísima diferencia. El club donde había volado en los años anteriores es un sitio que tiene muy poco que ver con mi forma de entender la colombofilia. Lo único que me hacía permanecer allí era el "nivel competitivo", por así decirlo. El sentir que cada semana me medía contra muchos de los mejores palomares de Madrid, pero si lo piensas con calma... en una región como esta, donde el 90% de los vuelos son regionales, ¿qué sentido tiene esta forma de actuar?, si semana tras semana nos medimos todos los colombófilos de Madrid sin importar el club donde encestes. Partiendo de esta premisa está más que claro que hasta mucho tardé en salir de allí... para mí ya se acabaron los malos royos, las actitudes despóticas, las resoluciones "por cojones", la continua desconfianza entre compañeros, el sufrir el escaqueo persistente de gran parte de los miembros del club, el pringar en cada enceste y en cada apertura como si yo fuera el único (o de los pocos) que tiene manos para colaborar mientras lo demás se largaban para su casa o se quedaban para "porculizar" un rato recordándonos lo que habíamos hecho mal o que se nos había olvidado ir a comprar folios para que el señorito pudiera llevarse a casa una copia de sus resultados.... y todo esto desapareció desde el minuto cero que llegue al nuevo club. Antes iba a encestar "con los pelos engrifados", pensando qué me iba a encontrar cuando llegará, pero ahora lo único que llevo en la cabeza mientras conduzco hacia el enceste son las típicas cábalas de cualquier "vicioso" de nuestra afición... cuál debo designar, cómo responderán a la dieta que les he dado, si llegará primera la rodada o la bronce... y cositas de este tipo. En resumen, felicidad a "nivel Dios"... y que dure muchos años así.

Para terminar una simple anécdota... sin mayor importancia, pero curiosa cuanto menos. Hace un par de semanas llevé al enceste de mi nuevo club a un compañero de Gran Canaria. Un hombre que es toda una referencia en nuestra Isla. Colombófilo "de viejo", de una familia donde han habido palomas mensajeras desde siempre. Con esto quiero aclarar que no hablo de un recién llegado ni de un chavalito que acaba de poner las palomas. Tras finalizar nuestro enceste continuamos nuestro recorrido por el Madrid colombófilo para visitar la sede de otro club madrileño y en este trayecto me dio por preguntarle que qué le parecía mi club (sin antes yo haberle dicho nada al respecto ni darle ningún dato que pudiera condicionar su respuesta). Su contestación fue contundente... "Estaba pensando justamente en eso... en que si yo volara en Madrid está claro que lo haría en este club". Le bastó estar una hora en nuestro enceste para darse cuenta del tesoro que allí tenemos.... así de sencillo.

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